Mucho más allá de la mazorca: la revolución del maíz

Muito além da espiga: a revolução do milho
Imagen: Canva

La trayectoria del cultivo del maíz (Zea mays L.El cultivo del maíz en Brasil constituye un capítulo fascinante de la historia nacional, intrínsecamente ligado a la formación misma del país, desde sus raíces precoloniales hasta su prominencia en la agroindustria contemporánea. Mucho antes de la llegada de los europeos, este cereal ya era un pilar de la subsistencia y la cosmovisión de numerosos grupos étnicos indígenas de Latinoamérica. Los primeros indicios del cultivo del maíz se remontan a 5.000 años antes de Cristo. En la cultura indígena, su nombre significa "sustento de la vida" y se utilizaba en rituales y organización social, siendo la base de una dieta diversificada y de técnicas ancestrales como la tala y quema.

Hay evidencia de que los primeros cultivos de maíz en Brasil se originaron hace unos 4.000 años, incluso antes de la llegada de los europeos. Este cereal también fue de gran importancia para el pueblo guaraní, que habitaba Sudamérica. Con la invasión portuguesa, el maíz se incorporó a la dieta de colonizadores y esclavos, debido a su facilidad de cultivo, alta productividad y notable adaptabilidad, lo que lo convirtió en un alimento estratégico para la subsistencia en todo el territorio colonial. Su importancia se extendió al apoyo a la ganadería y fue fundamental en la expansión hacia el interior de Brasil, acompañando a los bandeirantes y las misiones jesuitas, permaneciendo, durante siglos, un cultivo esencialmente de subsistencia, con métodos de cultivo poco innovadores.

Sin embargo, el siglo XX marcó el comienzo de una era de grandes transformaciones. A partir de la segunda mitad del siglo, con la llegada de la industrialización y la urbanización, la creciente demanda de alimentos e insumos industriales, especialmente piensos, impulsó un renovado interés por la cultura. Este período estuvo marcado por el surgimiento de... Revolución Verde (1960-1970), que introdujo híbridos de maíz, el uso de fertilizantes químicos, pesticidas agrícolas y la mecanización de la agricultura en el país. La labor de instituciones como Sementes Agroceres y, sobre todo, la creación de EMBRAPA (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) en 1973, con énfasis en la división de Maíz y Sorgo, fue decisiva para el desarrollo de tecnologías y variedades adaptadas al Cerrado, que comenzó a destacarse como una importante región productora.

Versatilidad, diversidad y protagonismo global

En el siglo XXI, el maíz brasileño se ha consolidado como un producto básico de relevancia mundialLa incorporación de la biotecnología, la agricultura de precisión y los sistemas de siembra directa ha revolucionado la producción en el país, impulsando una productividad récord. Brasil se destaca actualmente como el tercer mayor productor del mundo, superado solo por Estados Unidos y China. En el escenario del comercio internacional, el país se ha consolidado como el segundo mayor exportador del grano. La popularización de la “safrinha” —la segunda cosecha de maíz, cultivada después de la soja— ha revolucionado la oferta, asegurando una producción prácticamente continua durante todo el año. A pesar de los avances, el sector aún enfrenta desafíos inherentes a la volatilidad de los precios, las condiciones climáticas y la necesidad de mejoras logísticas, lo que refleja la trayectoria compleja y dinámica de un cereal que es simultáneamente un patrimonio ancestral y un pilar de la modernidad agrícola brasileña.

El maíz es un grano con una funcionalidad extraordinaria, cuya importancia va más allá de la alimentación directa. Su versatilidad lo convierte en uno de los pilares de la seguridad alimentaria mundial, siendo la base de la dieta de millones de personas, tanto en su estado natural como en productos procesados como harinas, copos y aceites. En el sector de la nutrición animal, el maíz es irremplazable. Rico en almidón, actúa como la principal fuente de energía en piensos para aves, cerdos y ganado vacuno, asegurando el crecimiento y la productividad del ganado. Esta demanda vincula directamente la producción de maíz con los costes y la eficiencia de la cadena de proteína animal, convirtiéndolo en un eslabón crucial en el suministro de carne, huevos y productos lácteos al consumidor final.

La influencia del maíz trasciende la alimentación humana y animal, llegando a las industrias energética y de bebidas. En el sector energético, es la principal materia prima para la producción de etanol, un biocombustible que ofrece una alternativa más limpia a los combustibles fósiles y ayuda a reducir la huella de carbono. En el sector de las bebidas, el maíz es un ingrediente clave en la producción de cervezas, whiskeys y otras bebidas espirituosas, aportando un sabor y cuerpo únicos. Esta diversidad de usos demuestra la capacidad del maíz para adaptarse a diferentes procesos industriales, generando valor añadido en cadenas de producción complejas y tecnológicamente avanzadas.

Finalmente, la funcionalidad del cereal se extiende a sectores de alta tecnología e innovación, como los segmentos farmacéutico, cosmético y de envases sostenibles. En el sector farmacéutico, el almidón de maíz se utiliza como excipiente en comprimidos y cápsulas, además de servir como precursor en la producción de compuestos bioactivos. En la industria cosmética, sus derivados se aplican en productos de higiene personal y maquillaje, actuando como agentes espesantes, absorbentes o emolientes. Uno de los usos más prometedores es la fabricación de bioplásticos y envases biodegradables, que utilizan el almidón de maíz como base para reducir la dependencia de los plásticos derivados del petróleo, impulsando la sostenibilidad y la economía circular. La presencia del maíz en tantos sectores destaca su importancia estratégica y su capacidad para adaptarse a la creciente demanda de soluciones innovadoras y sostenibles.

En comparación con otros cultivos importantes, como la soja, el trigo y el arroz, el maíz presenta notables ventajas competitivas. Si bien estos cultivos tienen usos más concentrados, como la producción de aceite vegetal, proteínas o el consumo directo, el maíz destaca por su amplia adaptabilidad agrícola y por ser uno de los pocos productos básicos con una fuerte presencia tanto en la cadena alimentaria como en la industrial. Su flexibilidad de uso, combinada con su resiliencia en diferentes sistemas de cultivo, refuerza su papel estratégico y multifuncional en la agricultura global.

Esta combinación de diversos usos, importancia económica y adaptabilidad convierte al maíz en un verdadero símbolo de la innovación agrícola y de la interdependencia entre el campo, la industria y la sociedad. Por lo tanto, es evidente que el maíz no es solo un grano, sino un motor esencial para el desarrollo sostenible y la seguridad global, que define el futuro de la agricultura y la economía global.

Referencias

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